martes, 14 de abril de 2009


Tardes de té y bizcocho de chocolate. Tardes de cuentos contados en susurros, de cosquillas anheladas por una espalda inerte, víctima de la soledad.
Gotas esperanzadoras caen de un cielo viejo, cada día más gris, a pesar de la calidez solar.
Palabras en voz en eco, pasos fantasmales en un pasillo de losetas gastadas.
El tic-tac de un reloj que marca las horas con tardanza...los recuerdos que se unen al alma y a los latidos incesantes de una niñez que se resiste a desaparecer.
Las risitas de cien hadas ocultas desde tiempos remotos en los huecos que aun quedan en las esquinas.
El gris que se entrecuela entre los parpadeos de luz de dos velas que se resisten a apagarse. El hilillo de humo que se desvanece antes de llegar al techo de la habitación.
La soledad filtrada por las cortinas inmóviles de una habitación más que estudiada. El ángulo de la puerta entreabierta.....

Tu recuerdo y mi sonrisa, a veces olvidada.

1 comentario:

Raziel dijo...

Ese delicioso pastel lo he probado en algún sitio...;).
Tienes un don para la escritura, consigues que incluso pueda oler la cera quemada de la vela y que en la penumbra con el rabillo del ojo perciba el rápido movimiento de una de esas pequeñas sombras traviesas que te acompañan.

he disfrutado mucho del agridulce sabor de tus melancólicas palabras y déjame pedirte que ese niño que todos tenemos dentro salga, no lo reprimas ni le regañes.

Un saludo