lunes, 16 de noviembre de 2009

Aterrizando...


Cuando el avión puso sus ruedas sobre la pista, hace dos meses, comencé a prever todo lo que esta aventura significaba. No sé si catalogarlo como aventura, en realidad no es una aventura continua. Una vez pasadas las primeras semanas en las que tuvimos que rellenar esa pirámide de Maslow, todo comenzó a asentarse, y empezamos a saber lo que era la rutina en Varsovia. Fue entonces, cuando la aventura cambió de nombre y eligió ese que encierra la cotidianidad en estado puro. Comenzó a llamarse: vida. Por lo tanto, puedo decir que llevo un mes de aventuras y otro de vida aquí. Aun hay amigos con los que hablo por primera vez después de dos meses,es entonces cuando se repiten todas esas preguntas básicas que ya no tengo muy claro cómo contestar. Al principio, cuando llegué, las cosas aquí me llamaban mucho la atención, me llamaba la atención los tranvías antiguos, el metro con tan sólo una línea, la variedad de productos realizados con arándanos, los girasoles repletos de pipas listas para comer.... la misma moneda en sí ya era una aventura. El uso de la tabla del 4 para hallar el precio exacto. Ahora, el nombre de las paradas del metro, en polaco, forman parte de nuestros días aquí. Al igual que las palabras básicas que jamás pensé que llegaría a aprender como si fueran mías. Todas esas personas de piel pálida y ojos claros son nuestros compañeros, que pasan desapercibidos en medios de transporte, pubs y calles. Ahora, cuando suena una canción española en la radio de cualquier tienda no permanecemos en silencio, saboreando cada palabra, olvidando que era la misma canción que aborrecíamos estando en España. La rutina va creciendo en nuestras vidas, como dije al principio. Y aumentan las ganas de volver a degustar la primicia, esa sensación de riesgo que se siente cuando estamos al borde de lo desconocido. Formé parte del bullicio que se coló tras esa puerta de Brandemburgo en Berlín, hace una semana, celebrando bajo la lluvia la caída del muro. Abracé con la mirada y el alma el Memorial a las víctimas del holocausto,dejándome llenar por la historia de esa gran ciudad. De momento, en dos meses, he conseguido sentirme pequeña a la entrada de dos grandes capitales. De momento, en dos meses, he sentido la pérdida de un ser querido, el amor incondicional y una libertad mezclada con nostalgia y con una nocturnidad temprana. ¿Es eso Varsovia?

1 comentario:

anzestro dijo...

No permitas que tu aventura se convierta en rutina! investiga, conoce gente, sitios nuevos... todo eso que a ti se te da bien! 1 beso guapa!