martes, 22 de marzo de 2011

Es curiosa nuestra capacidad para movernos de un lado a otro con total seguridad. Cada uno de nuestros actos recibe el impulso de aquello que nos ha formado poquito a poco desde que nacimos.

Con el paso de los años vamos añadiendo a nuestro día a día algunos pilares esenciales sin los que consideraríamos nuestra existencia un poco más infeliz, un poco menos digna. 

A veces esos pilares son materiales, a veces creencias, dudas perpetuas o gustos sin más, que nos acompañarán hasta que seamos semillas de flores en primavera. 

Esta foto describe uno de mis pilares básicos. Sí, es tan pequeño y grande a la vez que puede recogerse en una foto, para luego salirse de ella siempre que quiera. 

A veces (en muchisimos casos) se da la frustración de no tener con quién compartir ese puntito que constituye tu existencia. Y hoy, tengo que decir que soy una persona muy afortunada, porque éste pilar que os estoy enseñando y muchos más puedo compartirlos, y el placer ahora es recíproco.

Los cuentos, las historias inventadas, las leyendas urbanas, el sabor de los colores descritos con palabras, las tardes de tarta, té y fantasías... imaginar relatos dentro de un castillo... todo eso que me pellizcaba el alma desde que era pequeñita, puedo compartirlo. Y eso es un regalo mucho más grande que cualquier otro que venga envuelto. 


Feliz día a todos, duendecillos.


Pronto caerá otro cuento :)

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