viernes, 9 de marzo de 2012

Desechos en los portales, en la cima de la montaña y en el camino. Latas que se oxidan, vidrios que esperan con paciencia ser protagonistas de incendios, provocar dolor a alguien que por allí pase. Bombillas, trapos descoloridos, sillas transformadas en nidos de plagas suicidas, bolígrafos que ya no escriben, libros imposibles de leer, condones que avivan el asco creciente. Aquel perfume que desechaste. Guantes rotos, la suela de un zapato difícilmente degradable. La fruta que no quisiste y también la bolsa donde la habías guardado. Un trozo de bocadillo que alguien dio por perdido, papel de plata mordisqueado por roedores ciegos. Tu educación y la de tu compañero. Tu sentido de la vida y del respeto, tu ímpetu vergonzoso y maloliente. 


Restos de vidas pasadas que llenan nuestras calles, nuestros espacios "naturales", los resquicios de las parcelas adinteladas a mitad de una construcción imposible. Residuos que alimentan el olvido de la vergüenza propia y la ajena. Terror por morir sepultados entre colillas y clínex usados. Y mientras tú te cansas de tu último abrigo, de aquel traje que compraste en un arrebato de infelicidad, los demás tragamos ese aire de consumo, de tu odio por la vida y de tu búsqueda incesante de valores, que jamás estarán escondidos bajo las modas que frecuentas. 

5 comentarios:

Unknown dijo...

Demasiadas cosas nos sobran demasiado pronto como para poder darles el uso que deberían.

La foto te ha quedado genial!!!

Besitos con sabor a viajes por el mundo.

Tq.

E-SPE dijo...

¡Madre mía cuantas bolsas llenas traídas de vuelta en las salidas a esa Naturaleza! Mejor ni lo recuerdo.

Saludos and kss, miss. :)

Abigail LT dijo...

La gente no sabe respetar el color verde.

La gente absurda.


Te quiero.

Sístole dijo...

Me gusta cómo lo has escrito. Vas superandote cada día, niñata! ;)

Anónimo dijo...

Espectacular reflexión. Denota toda la ira y la rabia y la frustración que uno siente al ver el asco que damos la "gente".

Me gusta que este taller no sea de hadas ñoñas, sino de las que saben sacar los dientes cuando se trata de defender la mágia de la belleza de la vida.

Un abrazo hadita.